Hija del polémico Ptolomeo Auletes, heredó el trono junto con su hermano pequeño en un momento en el que el reino de Egipto era ya la única potencia helenística independiente del Mediterráneo frente al avance de Roma. El joven Ptolomeo, aconsejado por sus hombres de confianza, apartó a Cleopatra del trono, y la reina tuvo que escapar de Alejandría para salvar la vida. Fue en ese momento cuando llegó a Egipto Julio César, persiguiendo a Pompeyo tras haberle derrotado en Farsalia. Pese a que Ptolomeo entregó a César la cabeza de Pompeyo para tratar de congraciarse con él, éste decidió que el joven debía gobernar junto a su hermana.
Los hombres de Ptolomeo no lo aceptaron y atacaron a las tropas de César, que los derrotaron en una batalla en la que cayó el propio faraón. Quedó de este modo Cleopatra como única soberana de Egipto. La reina inició entonces una relación con César, que antes de partir la dejó encinta del que sería el único hijo varón del dictador, Cesarión.
Tras el asesinato de César y la derrota de sus asesinos en Filipos, el poder quedó repartido entre Marco Antonio y Octaviano, el futuro Augusto. A Marco Antonio le correspondió el gobierno de la parte oriental del Imperio, y esto cruzó su destino con el de Cleopatra. La reina ayudó a Antonio en una serie de campañas contra los partos y en algún momento de los meses que pasaron juntos iniciaron una relación. Antonio tuvo varios hijos con Cleopatra, a pesar de estar casado con Octavia, la hermana de su socio Octaviano. La relación entre ambos políticos fue deteriorándose hasta el punto de hacerse insostenible y estallar una nueva guerra civil. Los ejércitos de Antonio y Octaviano se encontraron en Accio, donde éste fue derrotado a pesar de contar con los refuerzos enviados por Cleopatra. La reina y Marco Antonio se refugiaron en Alejandría, pero cuando las tropas de Octaviano asediaron la ciudad, ambos decidieron suicidarse. Antonio murió según la usanza de los generales romanos, arrojándose sobre su espada, mientras Cleopatra se hizo picar por una serpiente.
Con su muerte, Cleopatra se evitó la humillación de que Octaviano la hiciera desfilar en su triunfo ante la plebe de Roma. Cleopatra VII fue la última monarca helenística que se opuso a la expansión romana. Con ella terminó toda una época que había empezado cuatro siglos atrás con Alejandro el Grande.
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